TORMENTA EMOCIONAL

TORMENTA EMOCIONAL
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La conoces tanto que te has familiarizado con ella y hasta la consideras parte de tu vida, como no considerarla parte de ti si ella te ha acompañado en varias ocasiones y ha sido testiga presencial de tus fracasos.
Ella parece que te amara y te persigue cuando quieres pasar a una nueva etapa (Marcos 4:35-36) Ella hace lo mismo que el derrumbe en medio de la carretera retrasar el viaje a tu destino. Sopla como queriéndote hacer regresar al pasado, te voltea la barca como diciéndote ríndete y muérete no podrás lograrlo.
Inicias 2015 con todas las expectativas y aún no ha llegado febrero y te hayas metido en medio de una que te recuerda el fantasma del 2014; Una salud deteriorada, un empleo que no llega, una carrera que no termina, un pecado que no puedes dejar, un matrimonio que se derrumba o peor aún... una persona que no llega, porque al menos los que se divorcian tienen la oportunidad de restauración o tuvieron la oportunidad de amar por un tiempo (lo hayan hecho bien o mal es cuestión de ellos) pero que de los que ni siquiera han tenido la oportunidad de amar y ven como sus sentimientos sucumben ante el mar de la desesperación, el viento del olvido y las olas del tiempo; ellos se dividen entre amar a Dios sin ver una respuesta o hacer su propia voluntad traicionando a Dios porque sienten que la barca de la vida se les hunde y ya nunca podrán amar.
Alguien puede decirme:
—¡No me digas que es vivir una tormenta! yo las he atravesado muchas veces, de hecho a veces pienso que debería traer mi cama para hacer lo mismo que el Señor Jesús “ dormir en medio de ella” (Marcos 4:38)
Cuando estas en medio de ella haces un esfuerzo casi sobrehumano por salir de ella, pero hay algunas que nos vencen que nos traen desesperación y miedo.
Hay tormentas, hay vientos que no te dejaran de azotar hasta que no los reprendas, hay mares que no se detendrán hasta que no les ordenes guardar silencio y calmarse. Si Jesús está en la barca el té dio la potestad para callar la tormenta de tu vida, pero seamos sinceros muchas veces le hemos hablado a la tormenta y la tormenta no se ha calmado. Tal vez tú te sabes esta misma historia pero con la montaña y la montaña no se movió. Así como la montaña, la tormenta simplemente se burla de ti, por un momento parece detenerse pero nuevamente regresa con más fuerza. Y esta vez los vientos del desánimo te llevan a culpar a Dios:
¿Porque no haces nada?
¿Porque duermes cuando yo te necesito?
¿No te importa que me ahogue?
—¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?
Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
—¡Silencio! ¡Cálmate!
El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
—¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no tienen fe?
(Marcos 4:39-40)
Hay vientos que no dejaran de sacudirnos hasta que no los reprendamos, hay mares que no dejaran de atormentarnos hasta que no les ordenemos callarse y quedarse quietos, pero a eso debemos añadirle acciones de fe porque el gran error por el que muchos nos quedamos tanto tiempo en la misma tormenta es porque no le añadimos a nuestra fe obras y una de las más sencillas y universales es pasar tiempo con Dios; Hay tormentas en la vida que se callarían con una hora de intimidad con Dios diaria algo tan sencillo pero que sencillamente algunos no deciden hacerlo y por eso pasan años tratando de salir de ella.
Por más que las tormentas de la vida quieran ahogarte en el mar de frustración, tú decides, si te rindes y lloras ante tus circunstancias o tomas la voz de mando y las reprendes o en el peor de los casos despierta al maestro y dile que la calle por ti, así él te reprenda por no tener fe, podrás decirle:
—No tengo fe pero te tengo a ti en mi barca que es mejor
¡Te amo mi Señor!
Por: Roverg Giraldo
Roveiro.blogspot.com

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