PRISIONERO (El intercambio)

PRISIONERO
(El intercambio)
La noche de ayer tuve una visión en mi tiempo de oración:
Estaba en una celda de 24 mts cuadrados; completamente oscura, sucia y llena de basura, la cama sin tender. Estaba vestido con harapos, encadenado, solo sin agua ni alimento, prisionero en la oscura celda de la soledad. Mis lágrimas comenzaron a rodar al ver la situación en la que me encontraba.
Grandes hombres de Dios estuvieron en prisión: José en Egipto, David en una cueva, Pedro en una celda y Juan en una isla, eso sin contar al gran apóstol Pablo quien estuvo preso por predicar el evangelio. Diferentes celdas, diferentes circunstancias pero al fin y al cabo prisioneros.
¿Qué se siente perder la libertad? ¿Qué se siente el miedo a la ejecución?, ¿Que se siente saber que le sirves a Dios pero que estas en una cárcel? Para ellos fue una física, la de nosotros puede ser espiritual o emocional o circunstancial. Presos de las circunstancias presos de la soledad, presos de la depresión, prisioneros del fracaso. Mí querido lector; el servir a Dios no es sinónimo de perfección sino de persecución. Los que servimos a Dios debemos atravesar pruebas de fe.
¿Cómo decirte que alguien que escribe sobre Dios en ocasiones se siente lejos de él, y que ese tiempo lejos de el parece una eternidad? ¿Cómo decirte que alguien que escribe sobre el arrepentimiento y el perdón de Dios es el primero que debe arrepentirse y quien más necesita el perdón? ¿Cómo decirte que alguien que habla sobre la libertad en Cristo en ocasiones ha sido un prisionero encarcelado? ¿Cómo decirte que aquel que te habla de la presencia de Dios a veces se siente abandonado y sin respuesta?.
Un día prometí a Dios, no mostrar mi falsa perfección sino más bien mis debilidades para que el fuera glorificado en ellas, para que aquellos que atraviesan por circunstancias similares sepan que aunque pasemos por diversas pruebas el Dios que tenemos es grande, nos ama y no nos deja para siempre en el pozo de la desesperación, que el mismo Dios que me saca a mí también puede sacar a otros.
El entró a mi celda, vio la basura y la cama sin tender; Limpio puro y Santo entra en mi oscura celda e ilumino con su luz el oscuro lugar en que me encontraba. Luego hizo algo que me dejo sin perplejo: se quitó su túnica voluntariamente y me dijo:
—¿Sabes porque morí desnudo?
—¡No Señor!
—Para darte mi túnica a ti para que no andes más con harapos, quítate el espíritu angustiado y toma mi manto de alegría. Y añadió: —Sal de aquí
—¿Señor tu no sales conmigo?
—Alguien debe pagar por ti, debo quedarme para cumplir tu sentencia. Disfruta tu libertad y ten presente que yo pague tu condena, yo tome tus cadenas, me encerré en tu celda y viví tu ejecución.
Oh cuán grande amor,
Cuán grande y dulce amor,
Mi vida el sangró,
Mi pecado el perdono
Mi libertad el compró,
Con su vida el pago.
Cuán grande y dulce amor.
Me ha enviado a sanar los corazones heridos,
a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros, y a confortar a los dolientes de Sión. Me ha enviado a darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de fiesta en vez de espíritu de desaliento.
(Isaias 61: 1,3)
Por Roverg Giraldo
roveiro.blogspot.com

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