RECUPERANDO A DIOS

RECUPERANDO A DIOS
Muchas de las cosas que vivimos, terminarían si tuviésemos un encuentro con Jesús, si lo encerrásemos en una habitación y no lo dejásemos salir, y si nuestra obstinación hiciese que él se quedara con nosotros. Si su amor lo obligo a morir en una cruz el también estará dispuesto a estar con nosotros, pero es cuestión de que tanto valoremos su presencia en nuestra vida.
Hace poco pase un tiempo muy duro, por un momento perdí casi todo, mi ministerio, mi salud, mis sentimientos, mis amigos, aislado de mi vida espiritual y a todo eso se le sumaba que era oprimido espiritualmente, se puede decir que su presencia no era palpable en mi vida, es como si él se hubiese apartado de mí; Me sentí tan solo, tan atribulado, la enfermedad llegó a mi vida y me paralizo, estuve sumido en profunda tristeza:
—¿Dios dónde estás?
—En el mismo lugar donde hace tiempo me dejaste
— ¿De todo el tiempo que oras, cuanto tiempo pasas con Jesús? ¿De todo el tiempo que permaneces en la iglesia cuanto realmente lo has dedicado a buscar mi rostro? ¿De todo el tiempo de tu vida espiritual cuanto puedes decir que pasas conmigo?
Para mi sorpresa estaba viajando en el avión de la salvación pero llevaba tiempo sin entrar a la cabina del piloto.
¿Cómo salí de mi situación?
El día que tome la determinación de buscar nuevamente a Jesús, No fue fácil llegar hasta donde él estaba, tuve que tomar la decisión de buscarlo pasara lo que pasara, orar y ayunar lo sintiera o no lo sintiera, estudiar la palabra me hablara o no me hablara, por algunos momentos él llegaba me ministraba y se iba, pero no perdía la oportunidad cuando él llegaba para reconocer mis faltas, llorar mi pecado y exponer mi situación ante él. No era que antes no lo buscara sino que descubrí que podemos ir a la iglesia y no tener a Jesús, podemos tener una vida devocional diaria y aun así estar lejos de Dios.
Hace 40 dias iba en bus rumbo a la iglesia, en mi santa obstinación de no rendirme en su búsqueda, pero antes de que yo le buscara el me busco a mí, rompió el protocolo y se sentó junto a mí:
—Eres tú, mi señor ¿qué haces aquí?
—El no dijo nada solo me envolvió con su presencia
.
Las lágrimas rodaron por mis ojos, ante la mirada de uno que otro que me miraba con sorpresa, pero a mi sinceramente no me importaba, yo lo estaba buscando y el me busco a mí. Desde ese día todo ha cambiado, puedo decir que no lo tengo como quiero pero lo tengo a mi lado.
“Un encuentro con Jesús y su perdón, nos da la autoridad y el dominio sobre aquellas circunstancias que nos paralizan”
A todos los sedientos: Venid a las aguas (Isaías 55:1 a)
Por: Roverg Giraldo

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