JESÚS EN LA PUERTA DE MI CASA
Hace poco Jesús llego a la puerta de mi casa, no en la forma habitual, esta vez el caminaba al lado de un hombre que sufrió una trombosis hace 20 años la cual había se llevó todo (familia, amigos, dinero, esposa e hijos) la trombosis también se llevó la mitad de cuerpo además de su coordinación para hablar (Pude sentir la tristeza de 20 años acumulada en su corazón)
"Maldita trombosis que le arrebato la vida y le ha hecho un indigente de la misma" Pero había algo diferente en este hombre enfermo, Jesús estaba con él, yo podía sentirlo a su lado, pero él no se daba cuenta de ello:
—Jesús te ama, no se ha olvidado de ti, aunque todos te den la espalda Dios nunca lo hará, este dolor que para ti es tan duro no durara para siempre, cuando mueras el enjuagara toda lágrima de tus ojos y vivirás una eternidad sano.
Oramos juntos pidiendo perdón y salvación para su alma. Mientras oraba por él tomo su mano seca estirándola con fuerza, pero su mano no cobro vida. Sin embargo al partir se fue con el rostro alegre, de hecho el busco las indicaciones para algún día volver (eso me dijo). Enseguida pensé:
Cuando nosotros atravesamos por situaciones en las que sentimos que hemos perdido todo, en las que creemos que todo está en nuestra contra, (incluso Dios) es bueno saber que Dios te ama, que él está contigo que te acompaña en tu dolor. Dios escucho mi pensamiento y me hablo:
—Roverg, puede que las circunstancias de la vida te roben todo lo que eres y lo que tienes pero jamás podrán arrebatarte mi amor y mi compañía, recuerda que el hecho de que no me sientas no quiere decir que no este contigo.
El hombre partió después de orar juntos con una sonrisa en su rostro, aunque no entendía su dolor y por qué Dios no lo sanaba, sabía que Dios lo amaba que no se había olvidado de él y que algún día esto terminaría. Creo que Jesús llevo a este hombre hasta la puerta de mi casa, para salvar su alma y hablar a mi corazón.
Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo.Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. (Juan 16 32b-33)
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