LA HABITACIÓN DE PAPÁ
(Más allá de la oración)
Hay una habitación en tu casa donde no todos pueden entrar;
la habitación de tu papá. Imagina que tus padres no están y me invitas a tu
casa, yo llego y me acuesto en la alcoba principal, levanto las cobijas y me
acuesto debajo de las sabanas, tomo el control del tv y me pongo a ver mi
programa favorito, luego, en un momento inesperado tu papá llega y me encuentra
en su habitación, en su cama, debajo de sus sabanas ¿Cual crees que sería la
reacción de tu padre?
—En esta habitación solo puedes estar tú, para ver tv y
estar con tus amigos esta la sala «En la sala es donde se atienden las
visitas».
Un hijo tiene derecho a entrar a la habitación del Padre
Recuerdo cuando era un niño de cuatro o cinco años y en
medio de la noche me despertaba y veía esa sombra tenebrosa que me producía
terror, recuerdo como corría y me metía debajo de las cobijas de papá y el
miedo desaparecía aunque él estuviese durmiendo, si él estaba cerca no había de
que temer; ese monstruo de dos metros de alto tendría que tocarlo a él antes
que tocarme a mí, mi papá se levantaría y lo aniquilaría con una de sus armas
superpoderosas, con su rayo ultrapoderoso de luz, «mí papá prendería la luz».
En la habitación del Padre desaparecen tus miedos: puedes
ver ese temor a quedarte solo, ese temor a no prosperar, ese temor a fracasar,
ese temor no cumplir con las expectativas de Dios, ese temor a los ataques del
enemigo, cuando entres en la habitación de Papá te darás cuenta de que son solo
sombras que desaparecen con la luz que él irradia de su rostro.
Lo lamentable de todo esto es que muchos son solo visitantes
de la presencia de Dios y como visitantes no pueden entrar en la habitación de
Papà, porque «En la sala se atienden las visitas», muchos llegan a la casa de
Papà pero no pasan de la sala, no se atreven a entrar en su habitación, ¿será
que no se sienten hijos?. Ellos se sienten como desconocidos, tal como fue el
caso del hijo mayor:
Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te
sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para
gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus
bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. (Mateo 15:29-30)
Las palabras del hijo delatan lo que hay en su corazón
«tantos años te sirvo». Aunque era su padre él se veía a si mismo como siervo
pero no como su hijo. Esta es la mentalidad que muchos hijos de Dios tienen:
Sirvientes sin derechos
Nuestras oraciones delatan lo lejos que estamos del Padre,
lo lejos que estamos de conocer a Dios, estamos físicamente presentes pero
emocionalmente ausentes:
¿Yo te he entregado todo y tú que me has dado a cambio?,
Señor te entregue mis sentimientos hace años y tú no me has dado nada, y en
cambio veo que a todos mis amigos si le das esposa, Señor te entregue mis
finanzas y no tengo dinero, a cambio tengo deudas, Señor tantos años te sirvo y
tengo que pedir prestado para el bus para poder a ir a hacer células y
predicar, en cambio mira a este que no hace todo lo que yo hago y ya tiene carro
y apartamento. Todas son oraciones de hijo mayor, involucrado en las
actividades eclesiásticas, sirviendo y predicando pero que no conoce a al
Padre, muchos como el hijo mayor sabemos que tenemos cerca a Papá y decimos:
—En cualquier momento voy a su habitación, en cualquier
instante ceno con él.
Posponemos el compartir con él porque sabemos que él está
cerca. Después cuando los años pasan y descubrimos que no hemos compartido lo
suficiente con él y que fruto de eso nuestro corazón se siente vació, nos arrepentimos
de no haber pasado más tiempo con nuestro Papà, que todo el tiempo lo tuvimos
cerca pero estuvimos lejos de su paternidad y que el tiempo que estuvimos lejos
de él no lo podremos recuperar.
La invitación es a ir mas allá de la oración, a que nuestras
oraciones dejen ser superficiales, oraciones de hijo mayor, y pasen a ser
oraciones de hijos que aman su habitaciòn, la invitación es a que tener la
revelación de la paternidad de Dios no sea asunto de una ministración en la
iglesia, en una célula o en un blog sino que cada uno de nosotros podamos tener
una revelación constante de que somos hijos. Recuerda que hay cosas que haces
en la habitación de tu Papá que nadie más puede hacer, que tal si esta noche
pasas de la sala y llegas hasta la habitación de Papá .
En la casa de mi Padre muchas moradas hay. (Juan 14:2)
Este es mi lugar de reposo para siempre; aquí habitaré,
porque la he deseado.(Salmo 132:14)
Por: Roverg Giraldo
roveiro.blogspot.com
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