AIRE DE VENGANZA

AIRE DE VENGANZA

Es la tarde del viernes y la atmósfera del infierno está presente, el ambiente de muerte pide a gritos sangre, la turba de demonios se aglomera para atormentar el alma de aquel que el mundo dice amar, ellos vuelan de un lado para otro en medio del aire del día, la vía dolorosa es carretera que se abre para llevar al sufrimiento y condenar a aquel que el infierno dice odiar, la muerte y el hades celebran dando gritos de júbilo, su mayor enemigo será ejecutado, demonios se hacen lado a lado para darle paso a ángel de espanto:

Satanás había planeado este momento meticulosamente en su corazón, el aire de venganza había consumido sus ser, la última vez que había visto al Hijo de Dios fue cuando profirió sus palabras para expulsarle de cielo:

—Yo, pues, saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y te puse en ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran. Todos los que te conocieron de entre los pueblos se maravillarán sobre ti; espanto serás, y para siempre dejarás de ser. (Ezequiel 28: 18b-19)

Todo es interrumpido para escuchar, el cruel martirio que ha de empezar:
¡Latigazo tras latigazo, latigazo, latigazo y latigazo y con cada latigazo pedazos de piel se desprenden!
Satanás camina hacia Jesús y le habla al oído con voz demencial:
—Me expulsaste del cielo, y creaste un ser del polvo de la tierra para darle mi lugar,

¡Polvo, polvo, miserable polvo!

No contento con eso le diste un título que nunca me diste a mí ni a ninguno de los ángeles; hijo, hijos hechos del ¡miserable polvo!
Yo aborrezco tu creación, yo aborrezco sus vidas porque tienen un lugar que yo nunca podre alcanzar, porque pueden adorar como yo lo hacía, por eso dije: he de atormentar-les sus miserables vidas, pero tú nuevamente te interpusiste en mi camino. Ja, ja, ja, ja, así te quería ver hijo de Dios, yo te lo dije: déjame destruirles sus vidas, pero no; te empeñaste en sanarlos, te empeñaste en liberarlos, trabajaste en su restauración, cambiaste sus vidas, ahora sufre por interponerte en mi camino, sufre lo que yo tenía preparado para ellos, sufre hijo de Dios. Dime: ¿Que se siente ser traicionado por el polvo?, dime: ¿Qué se siente ser rechazado por el polvo?, fue tu misma creación la que te aborreció y hoy te condena.

Si alguna vez el hijo de Dios sintió pánico fue esta, si alguna vez sintió dolor fue esta, si alguna vez se sintió abandonado y preso del terror fue esta. Solo en medio de sus verdugos, quienes con cruel vehemencia y sevicia desprenden su piel, la cual se desprende pedazo a pedazo. Aunque los soldados no le conocían si le aborrecían, palabras de grueso calibre salían de sus bocas mientras levantaba con todas fuerzas el instrumento de tortura romano (el látigo).

Jesús está sufriendo,
Jesús se está muriendo,
Jesús, Jesús, Jesús…

Mientras tanto en el cielo…. El cielo nunca había estado tan conmovido ante el llanto desgarrador de un Padre que ve como su hijo es asesinado, los ángeles lo sostienen de pies y manos mientras llora desconsolado diciendo:

—¿Por qué?, ¿Por qué? ¿Por qué lo deje ir?, ¿Por qué le hice caso?, yo le dije que yo iría, yo le dije que yo moriría por ellos, ¿por qué lo deje ir?
Nunca antes en la eternidad y hasta la eternidad el Padre había estado tan desesperado.

Que padre no prefiere su propia muerte a la muerte de sus hijo, que Padre no prefiere morir en vez de sus hijos, pero ese fue el acuerdo, acuerdo que está a punto de romper. Dice a sus ángeles con fuerte voz de autoridad:

—¡No me tengan más!

Ha decidido detener el martirio de su hijo, y ha de humillar y atormentar personalmente a todos; satanás y sus demonios, fariseos y la turba que le condeno y a aquellos que le llevaron hasta este punto: borrachos, y aquellos que tienen sexo antes del matrimonio, mentirosos y aquellos que se acuestan con otra pareja que no es su esposa, hechiceros y rebeldes y todos aquellos que con cruel vehemencia decidieron transgredir la ley (1 Corintios 6:9-10)

¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:31)

Los ángeles se hacen a lado y lado y el Padre ha de venir a traer su venganza. Pero Jesús levanta la mirada al cielo y dice: —¡Papa no! ¡No, papa! Prefiero la muerte a estar sin mis hermanos, déjame pagar el precio del pecado, reserva tu venganza para aquellos que se nieguen a aceptar este sacrifico y a aquellos que dicen aceptarlo pero que pisotean esta sangre viviendo perdidamente, reserva tu venganza para el día del juicio (Apocalipsis 20:11-15) y solo para aquellos que decidan no aceptar mi amor.

La sangre de cristo rociada habla mejor que la de Abel, no clama justicia por ti y por mi clama misericordia. EL Padre en medio del llanto y la desesperación reprime su ira con la esperanza de que aquellos que han transgredido su ley sean lavados con esa sangre para poder perdonarlos, tomarlos en sus manos y adoptarnos como sus hijos, que ironía:
Nuestro pecado lleva a su hijo a una muerte horrenda y el en cambio de eso decide adoptarnos como sus hijos, ¿No debemos vivir de una manera digna a ese sacrificio?
Esta es la historia del hijo de Dios, esta es la historia de un padre que nos perdona, esta es la historia de alguien que ama, alguien del cual nosotros éramos enemigos, pero que nos perdonó y nos aceptó como hijos.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él (Isaías 53: 5 a)

(Extracto de la historia crónica de una muerte en la cruz de Roverg G)

Por: Roverg Giraldo

Roveiro.blogspot.com

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